He querido ser más grande que Alejandro Magno, llegar tan lejos como Jesucristo, ser feliz. Errores todos inocentes de juventud. A estas alturas me conformo con no dañar a los míos, hacer feliz a quien ame y, que tiemble quien me lea.
Sobre esto último no quiero romper a nadie, claro, pero sí tomarle desprevenido a la vuelta de alguna frase, de algún personaje, de alguna idea. Y que con alevosía, a traición incluso, le haga exclamar como a mí me ocurre al leer a algunos otros: ¡Qué cabrón, la vida merece la pena!
Ya no pido más, ya no pido menos.
Si es que con la edad se atempera el ardor y descubres el placer en amar las cosas y personas sencillas 🙂
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Y supongo que no es malo del todo;). Saludos, gracias por tu tiempo!
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Reblogueó esto en Porta dos Soños.
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