Año: 1989.
Director: Woody Allen.
Seré breve. De Woody Allen qué voy a decir yo que no se haya dicho ya.
Estamos ante una de las películas temáticamente más completas que se hayan filmado jamás. Trata del amor, la ética, los celos, la rutina, el crimen, dios, la pasión, el éxito, el perdón, el nihilismo, la culpa, el fracaso…
Y sus mayores conclusiones dan miedo, puesto que en la relectura del Crimen y Castigo que hace, hay crímenes sin castigo, la riqueza garantiza el éxito, y el fracaso no se reparte con justicia. Es decir, que retrata la vida misma. Y sin embargo, en la tragicomedia que refleja, hay algo que aprehender (tal vez la libertad de elección) y que nos llama a seguir adelante. Una llamada incluso para los perdedores. Un seguir sin rendirse con cierta sonrisa. Sonrisa de estúpido, sí, pero sonrisa al fin y al cabo.
Una sonrisa que en muchos días nos hace, no salir por la ventana… Aunque nadie está libre de terminar haciéndolo si la vida se tuerce demasiado.