Mierda bonita, Pablo Gisbert

Nada más escuchar su título ya supe que quería leerlo. Y una vez que lo he hecho, sé que lo releeré en breve. Mierda bonita es una obra deslumbrante y por momentos perturbadora, que aconsejo desde su primera página hasta sus últimas consecuencias. Así comienza su primera historia: «Un chico quiere ir a un cuarto oscuro para que se lo follen». Y así termina la última: «… y archivaron el caso como un suicidio de artista».

Sigo con una de las primeras reflexiones que me provocó la lectura del libro: odiar al autor. Pablo Gisbert, que tiene un año menos que yo, tiene también una escritura tan fresca como profunda, y sí, la envidia me invadió. Por suerte, solo tuve que seguir leyendo y rendirme a su talento para perdonarle.

Supongo que para las editoriales esta obra es un problema, un quebradero de cabeza, acostumbradas como están a encasillarlo todo para vender su producto manufacturado y poder ponerlo en la casilla correspondiente de la tienda, pero yo agradezco siempre el compuesto cuando el resultado merece la pena y Mierda bonita vaya si lo merece.

Al acabar su lectura todavía no tengo claro si se trata de una colección relatos, de ensayos, de performances para su representación, o incluso de puras provocaciones. Lo más sensato es decir que hay de todo ello y mucho más. Lo mejor, llamarlo como se hace en la introducción, los textos reunidos del autor.

Unos textos donde te golpeas, y yo al menos lo agradezco, con y contra el siglo XXI. Resulta que existen infinidad de obras literarias que reflexionan sobre el XX, pero mientras leía Mierda bonita pensaba que nuestro tiempo estaba encerrado en sus páginas. O al menos algunas de sus cuestiones acuciantes, como la sexualidad en sus márgenes, la depresión, o la deriva sin retorno que vivimos.

Sí, estamos ante un libro que mete el dedo bien hasta el fondo en las llagas, sin compasión alguna, con un talento especial para recrearse, detenerse y expandirse en los límites de los problemas de nuestra sociedad. Los mira a la cara y el resultado es, efectivamente, mierda bonita.

Lamento su brevedad, pero agradezco el resto, es una obra fiera, ágil, valiente, que transmite dura sinceridad y que por supuesto deja huella. Advierto, la mosca de su portada no te deja una vez has terminado con su última página.


 

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