Enésimo apocalipsis

Calculo que para finales de diciembre, tengo trabajo acumulado como nunca, pariré un nuevo apocalipsis, y que si a alguien le diera por analizar mi obra, no encuentro serios motivos para ello, encontraría la obsesión por el fin del mundo con suma facilidad, pues me repito con frecuencia.
El caso es que dándole vueltas al asunto llego a la conclusión de que este vicio mío no es sino una vuelta de tuerca a un engranaje mayor, el de la eternidad, y es que concluyo que mis ganas por vivir el fin del mundo no es sino una retorcida forma de pensarme eterno, una eternidad coja pero desde luego interesante, y sobre todo «posible», pues ya que no vivo desde el origen y no viviré por siempre, al menos consuela -sí supongo que es algo patológico-, pensar que nacido en un momento determinado, vine a morir con el propio tiempo, al menos el de los humanos, y eso en cierto sentido es una pizca enrevesada de eternidad.

Un comentario en “Enésimo apocalipsis

  1. Me encanta, Carlos, simplemente me encanta este post. A veces me veo reflejada en ti, en mi caso más obsesionada por la muerte que por el fin del mundo, pero para el caso podría unir los dos. Tanto es así que pienso en unas palabras de Vladimir Jankelevitch que habla de la muerte en la vida, si se puede vivir así… La gente cree que por hablar de estas cosas eres un triste, pero, al contrario, hablar de lo innombrable supone conjurarlo.

    Georges Bataille dice en una de sus novelas: «Quiero de ti el placer innombrable que me ofreces, nombrándolo».

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