Uno de los mayores milagros que en estos tiempos es posible contemplar, vino a producirse. Incluso a pesar de la pequeña fortuna, incluso a pesar de los numerosos descendientes, e incluso a pesar de que no había testamento alguno, los herederos no tuvieron ningún problema para ponerse de acuerdo con la herencia.
Fue tanta la alegría que me produjo, que incluso estuve a punto de volver a la vida para felicitarles, pero un segundo milagro me pareció excesivo, y me contuve, muerto pero feliz.