En la distancia insalvable que dista
del dedo de Dios al dedo de Adán.
En la mirada inocente que despierta por primera vez
al asombro.
En la amistad sincera.
En el sexo, sagrado.
En compartir, el camino.
En amar sin orden ni medida.
Está en rebelarse contra el No es posible,
está en hacer justicia donde no la había,
está en no rendirse y en ser libre.
Porque el sentido de la vida se esboza
en la sonrisa que lo ha dado todo, y que se refleja,
y que no se esconde ni ante el mismo filo de la Guadaña.