Por supuesto no ocurre siempre pero encuentro una tendencia que distingue los buenos libros de las buenas películas. Estas suelen acabar relativamente bien, aquellas suelen mostrar la desolación en sus últimas páginas. La necesidad de no tener que agradar a grandes públicos permite mayor sinceridad, mayor sintonía entre la ficción y la esencia misma de la naturaleza.