Escribir a estas horas intempestivas que marca el primer trabajo con el que me siento reconfortado, aunque sea sólo a ratos, parece que me funde en un abrazo con Lázaro. Es como si la alta, baja, y media madrugada, fuera territorio común. Esto explicaría algunos sueños, esto sería harto divertido. En cualquier caso vigilaré los síntomas para cuidarme de tan peculiar enfermedad, no vaya a ser que uno de los dos nos perdamos en el abismo del otro, algo poco recomendable después de haber alcanzado ambos una merecida autonomía.