
Espejos

Las polillas parece que sólo saben sufrir. O están quietas o moribundas.
La vida comienza en cualquier parte y termina de cualquier manera. El destino no es sino lo que hay entre medias, no lo que se da antes ni lo que llega después, el destino no es sino la vida.
6:00 de la mañana del 10.05.10, tras terminar de ver «Ping pong mongol».
“El dolor de ahora, es parte de la felicidad de entonces. Ése es el trato”.
Así acaba “Tierras de penumbra”. Película de Anthony Hopkins donde el actor interpreta a C.S Lewis, autor de “Las crónicas de Narnia”. Una deslumbrante película de diálogos profundos y de una calma vertiginosa, pues con mesura y sin prisas llega hasta el tuétano de la vida ¿Cómo no recomendarla a todos los nadies que me leen, cómo no emocionarse al verla, cómo no querer enamorarse, cómo no anhelar sufrir si el sufrimiento es necesario para sentirse tan vivo?
¿Por qué leer?
La semana ha comenzado; todos los chavales duermen al fin y me encuentro ya feliz, leyendo y en el despacho cargado de luz, de resaca por el sábado, sin morir de sueño por mi siesta hasta las diez de la noche, y con “La Regenta” que está en las manos y en el alma.
Rediós, hacía tiempo que no sentía tanta tensión en cada poro de la piel. ¿Cómo es posible que un ateo irredento como yo, que alguien que censura a la Iglesia como yo, pueda pasar momentos tan intensos y parciales a favor de don Fermín de Pas? La respuesta es clara y alta: literatura.
Estoy en el capítulo XXVI, el ateo Guimarán ve las puertas de la muerte cercanas y decide la conversión a la fe, volver al redil de la mano de quien ha calumniado durante meses, don Fermín de Pas. Éste ve la oportunidad de reconquistar Vetusta y marcha para darle los santos sacramentos, sin embargo, una carta de Ana Ozores, se cruza en el camino y decide ir a verla primero. Esas páginas en las que no se sabe si el Magistral de Pas llegará antes o después de la muerte del enfermo, esas páginas en las que el destino de de Pas, traducido en todo o nada, traducido en el milagro de, “haber convertido al ateo”, o el pecado mortal de, “haberle dejado morir como un perro por haber preferido visitar a Ana Ozores primero”, son sublimes. La resaca se hunde en el olvido, las letras vuelan porque quiero llegar a conocer el desenlace al mismo tiempo que me reconcentro en cada coma y por fin, cae la moneda del lado de de Pas –puedo volver a respirar, puedo regresar de Vetusta al despacho, puedo parar y dar gracias a la literatura por hacerme sentir tales instantes.
Ana probablemente hará no tardando otro requiebro, lleva así 800 páginas, don Fermín volverá a pasarlo mal y Álvaro Mesía podrá con seguridad cobrarse venganza, yo disfrutaré de todo ello al servicio de lo que dicte Clarín. Él está vivo como tantos otros escritores mientras yo lo esté, mientras tú lo estés, mientras la literatura sea capaz de hacernos sentir tan vivos que da miedo.
Vetusta está plagada de religión gazmoñera, beatería, hipocresía, miseria moral, y personajes completamente torcidos, don Fermín desde luego no es un ideal, y sé que he tomado partido por un hipócrita personaje que no se lo merece, ¡y como dije soy ateo y anti-eclesiástico por mucho respeto que corran por mis venas! Así que, si no puedo soltar el libro, si no puedo dejar de admirar su construcción, sus calles y sus personajes, será por algo, y claro que es por algo: ¡viva la gran literatura!
Escrito el 8.02.10
Es difícil encontrar algo más melancólico que una lluvia suave en una noche cualquiera. El lento crujir de las gotas de agua al chocar contra las ventanas incita a llorar. Las lágrimas quizá no caigan, pero seguro que lo harán los recuerdos. ¡Váyanse a dormir si pueden, huyan de ellos!
Si no es posible, si permanecen atados a esa melancolía por la causa que fuere, confiemos en que la suavidad se convierta en dura tormenta, y quizá así, el sabor a fracaso, se transforme en recuerdos de fervientes pasiones en los que nos sentimos más vivos de lo que se habrá sentido nunca nuestro verdugo.
Esta noche no estoy de suerte, las horas marchan acompasadas por un lento peregrinar de lágrimas de lluvia.
A la deriva
Es mucho mejor estar a la deriva que estar varado, y esto aún bastante mejor que estar muerto. A la deriva te encuentras bregando contra el proceloso océano, y aunque aspiremos a navegar sobre aguas tranquilas, éstas no pueden durar mucho, así es la esencia humana. Si la deriva nos vence aún nos queda el dolor de la arena, como esas ballenas que agonizan varadas esperando la muerte.
Pero siempre queda la posibilidad de que alguien o algo, nos devuelva al mar, a ellas y a nosotros, a la cresta de la ola, a la lucha. También cabe morir, contra eso ya no hay remedio. Pero no es el caso porque no estarías leyendo esto en este momento, así que levanta la copa de la vida, pégale un buen trago, sonríe, y toma el timón.
27.11.09
Está comprobado, lo muerto también renace, y no soy dios, ni Lázaro, pero aquí está la prueba, tal como se fue hace casi un año, ha vuelto: Horas intempestivas de un trabajo insomne. Ha cambiado Azuqueca por Aranjuez, ha cambiado una pequeña Casa por una gran Residencia, han cambiado otras muchas cosas, pero ha vuelto la sección, con su insomnio, con su deber, con sus vueltas de coco. Así que nada, la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma, y a veces, casualidades de la vida, en un reflejo material de lo que ya fue.
La de cosas que caben en un año; hace 365 días regresaba de mis vacaciones en Colonia, unas vacaciones perfectas que dejaron prever una de las etapas más felices de mi vida a partir de enero de este año marcado a hierro. Pero el equilibrio es débil, el equilibrio es fugaz, el equilibrio es una ilusión, el equilibrio es una ficción humana que se deshace entre los dedos. Y así ha pasado, el equilibrio ha sido arrasado por el azar, dueño y señor del universo, y me ha introducido en una nueva etapa, a la que no quería dar la bienvenida; rabieta de niño, vano impulso de la inocencia que no quería abandonarme, último esfuerzo de la derrota.
Pero estoy en pie, recobro la energía, y me digo que mientras los párpados funcionen, da igual que sea de noche, que sea de día, que estén los dos juntos o ninguno, recorreré las posibilidades que ofrezcan las sendas del dolor y del placer, y de la apatía y del hastío, y de la rabia y la lucha.
Y en eso ando ahora, velando la noche para que al amanecer el día me vele a mí. Buenas noches, Noche, vete a dormir.
20.11.09