Cabalgo ahora sobre el amanecer del octavo día por estas antiguas tierras de enclave romano a orillas del Rhin, con su esplendorosa y altísima catedral, orgullo de la ciudad, y con su grata gente, verdadero patrimonio de Köln. Apenas una semana llena de actividad, si entendemos esto por papeleo y prácticas para un futuro trabajo caído del cielo. Todo de momento saliendo a pedir de boca, por lo que habrá que estar atentos a los reveses del azar.
Köln no es Berlín, pero hasta ahora aquella me reserva lo que no hizo ésta: suerte y un proyecto.