Dejadme encadenar dos citas: Nadie está obligado a lo imposible, pero amo a quien lo pretende.
“Nadie está obligado a lo imposible”, es un principio general del derecho, que como tantas otras veces, nace en Roma. Y, “Amo a quien pretende lo imposible”, forma parte del “Fausto” de Goethe. Juntas hacen un principio claro: no estamos obligados a lo imposible, pero no tender hacia ello es más que una pena, es una traición a lo que somos capaces.