Últimamente, donde «últimamente» significa en el aproximadamente último año, estoy formando parte de clubes que no molan mucho. Primero fue el de «larga relación fracasada», y ayer entré a formar parte del de aquellos que pueden presumir de haberse pegado una castaña con el coche.
Mi pobre Ford Mondeo acabó para la chatarra, yo, al margen del cabreo, salí sin un rasguño, sin una contusión, sin nada más que lamentar el palmar unos cuantos miles de euros. Dinero siempre sucio, nada más.
Un mal día a relativizar cuando la grúa te pasea por delante de un accidente bastante más grave que provocó el mío. Un mal día que me deja sin muchas cosas y me presenta otras nuevas, lo que me lleva a mi siguiente entrada, mucho más interesante…