La Historia se mueve, eso sí, pero nunca sé si avanza o retrocede, e incluso me da la sensación de que la mayoría de las veces, hace ambas cosas a la vez. A veces siglos dispares se dan la mano por breves momentos, a veces parecen incomprensibles los unos a los otros. Yo desde luego, no veo ninguna teleología por ningún lado, y si tuviera que hacerme una imagen mental de la Historia, sería la de un niño con un boli garrapateando un folio; ni circular, ni elíptica, ni lineal, ni hostias: impredecible a secas, tanto, que da pábulo para cualquier interpretación.
Pero mi opinión es subjetiva, y por supuesto no se debe tomar demasiado en cuenta. Sirva un ejemplo para lo dicho anteriormente. El punk de Envidia Kotxina atruena en mis tímpanos camino de Madrid, cuando una de sus letras se me queda orbitando por la sesera seguro de que hay una conexión importante por algún lado. Finalmente la encuentro y sonrío: pienso que la Historia se acaba de retraer hasta darse la mano, a pesar de los más de doscientos años que separan una idea de otra.
Iré con esas ideas que se tocan en mi mente. La primera es la de los san cullotes (literalmente sin calzones) que cobraron tanto protagonismo en La Revolución Francesa, y que exigían que, “si no podemos ser todos ricos, seamos todos pobres”. La segunda la expresa como decía, Envidia Kotxina en su último disco, y se canta así: “Si no tenemos sueños, seremos pesadillas”. Ambas expresan rabia y decepción, que es el sustento principal con el que los gobernantes de todo tiempo y lugar alimentan al pueblo. Y ambas señalan un camino con el que no estoy de acuerdo, pero que considero consecuencia lógica de lo anterior, y una de las fuerzas motrices de la Historia: la violencia.
Algo en mí me pide continuar, sacar conclusiones y llenar folios de datos, pero prefiero hacer caso a otra idea, que reza que ya hice la brecha en mi cerebro, que ya fluyeron los siglos a través del puente que una canción y un lema trazaron, y que si sigo, sólo puedo desbordarme.