Carta de despedida de la última Musa

A lo largo de los sucesivos siglos lo he intentado todo para continuar, pero ya no puedo más y admito mi rendición. Después de esnifarme a todos los númenes que se me pusieron por delante, de clamar inspiración divina a dioses y demonios, de acostarme con putas y prostitutos, de lanzarme a los vacíos y a los llenos que se me cruzaron, de viajar hasta reventarme los pies, de consumir hasta el más triste de los estros, y de amar y de odiar hasta que el alma se me ha quedado sin sangre, me doy por vencida.
Sé que soy la última de mis hermanas y que por tanto sobre mí recaerá la mayor responsabilidad, sé que os abandono a una suerte trágica y sin remisión, sé que la desesperanza acongojará vuestros corazones ahora que más necesitáis de mí, pero lo repito, me rindo, abandono, desaparezco.
Pido perdón con estas palabras que me saben a hiel, siento dejar la Tierra y dejarla yerma, pero ya reventé y me siento incapaz de inspirar a nada ni a nadie, y para vagar inútil, prefiero esfumarme en todos vosotros. Mucho fui, nada queda, suerte sin mí.

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