El propio Sabato como personaje escribe en, Abbadón el exterminador, agudas reflexiones sobre las angustias y las fatigas que atenazan a cualquier escritor, pero especialmente al joven, al que se inicia. Y como muestra la siguiente perla:
«No hay temas grandes y temas pequeños, asuntos sublimes y asuntos triviales. La misma historia del estudiante pobre que mata a una usurera puede ser una mera crónica policial o Crimen y castigo«.