Sospecho que cuanto más sabe y aprende uno, mayor conciencia cobra de su insignificancia. Es por esto muy difícil elegir el camino pavoroso del autoconocimiento. Sin embargo, quien elige este sendero, puede llegar a observar en unas pocas ocasiones, cómo las paredes del pozo brillan con tal intensidad, que hacen merecer la pena el voluntario hundimiento de la conciencia.