1º de mayo

Ya se sabe que olvidar el pasado es joderse el presente, y resulta difícil tener un presente más jodido que el nuestro, aunque por desgracia, todo indica que mañana, estaremos aún peor que hoy.
Así que, en un día como este, no resulta extraño que me guste recordar a los mártires de Chicago. Lo haré sin paños calientes, dejando las palabras que José Martí, por entonces corresponsal en Chicago del periódico argentino «La Nación», recogió en su crónica:

…salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro… Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: «la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable…

Si incito a que alguien rememore este pasado a partir de lo que escribo, me daré por satisfecho.


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