Génesis, 2:
Nacer es un primer paso, importante que duda cabe, pero la vida sigue y aunque en el útero se congregaban todas las esperanzas inimaginables, ya a ras de la realidad hay que concretar algo factible, algo que podamos llevarnos a la boca sin olor a miel quizá, pero con sabor, aunque no sea siempre y del todo agradable.
Abrimos los ojos mirando en derredor con un ansia fatigada de otros esfuerzos quebrados, anhelando alcanzar un sosiego esquivo hasta ahora. Esta vez sí, me digo, arrojando lejos y con ahínco los peores humores. Sé que volverán a atosigarme, y que los acometeré pertrechado tan sólo con los despojos de algunas pequeñas victorias que sirven para malvivir, sé que me hundiré en el abismo de la autolamentación. Pero también sé, y de algo sirve conocerme las entrañas, que emergeré nuevamente del fango para seguir con la rueda de la vida que me ha tocado en suerte, la aborrezco tanto como la amo: en su totalidad.
¡Cuánta exageración soy capaz de convocar, cuánta pedantería! En fin, a la hora de desatar mi lengua y ponerla en negro, disfruto horrores con esta estética de la lamentación, y sufro glorias con la del resurgimiento.
¿Son estas las líneas cruciales de mi blog? Sin duda y no sólo. Por él circularán a capricho los designios de mi ánimo, no sólo consustancial a mí, sino a veces más verdadero que yo mismo; no cabe duda: no tengo la menor idea de quién pertenece a quién. Por ello debo dejarle campar a voluntad, pues es el mejor modo de conocerle, de conocerme. Por otra parte, no sólo escribiré sobre las mediocres miserias que le suceden a esta escisión de mi que necesita escribir, sino que aparecerán también torrentes (sifilíticos eso si) de palabras dichas con mesura, o mejor, no brotadas de ese Yo escindido, sino de otros, quizá del Yo escritor, del filosófico, del Escéptico, del Cínico, o de cualquier otro que logre imponer su voluntad en ese momento. Así pues, aquí pulularán semidiarios, relatos propios, citas, artículos, y cualquier cosa que considere oportuno, digna o indigna, sin apenas orden ni concierto.
Abrimos los ojos mirando en derredor con un ansia fatigada de otros esfuerzos quebrados, anhelando alcanzar un sosiego esquivo hasta ahora. Esta vez sí, me digo, arrojando lejos y con ahínco los peores humores. Sé que volverán a atosigarme, y que los acometeré pertrechado tan sólo con los despojos de algunas pequeñas victorias que sirven para malvivir, sé que me hundiré en el abismo de la autolamentación. Pero también sé, y de algo sirve conocerme las entrañas, que emergeré nuevamente del fango para seguir con la rueda de la vida que me ha tocado en suerte, la aborrezco tanto como la amo: en su totalidad.
¡Cuánta exageración soy capaz de convocar, cuánta pedantería! En fin, a la hora de desatar mi lengua y ponerla en negro, disfruto horrores con esta estética de la lamentación, y sufro glorias con la del resurgimiento.
¿Son estas las líneas cruciales de mi blog? Sin duda y no sólo. Por él circularán a capricho los designios de mi ánimo, no sólo consustancial a mí, sino a veces más verdadero que yo mismo; no cabe duda: no tengo la menor idea de quién pertenece a quién. Por ello debo dejarle campar a voluntad, pues es el mejor modo de conocerle, de conocerme. Por otra parte, no sólo escribiré sobre las mediocres miserias que le suceden a esta escisión de mi que necesita escribir, sino que aparecerán también torrentes (sifilíticos eso si) de palabras dichas con mesura, o mejor, no brotadas de ese Yo escindido, sino de otros, quizá del Yo escritor, del filosófico, del Escéptico, del Cínico, o de cualquier otro que logre imponer su voluntad en ese momento. Así pues, aquí pulularán semidiarios, relatos propios, citas, artículos, y cualquier cosa que considere oportuno, digna o indigna, sin apenas orden ni concierto.