3.07.10
¿Lo dije ya? Por si acaso: contraste. Diré algo más por el que dirán: contraste, contraste, contraste. Diré y puntos suspensivos. Pasar por Mejicanos (distrito del tercer mundo; pobre, sórdido, oscuro), a un distrito de clase media, y a uno de calles privadas donde el pase está mediando guardias jurados de metralleta al hombro, es todo uno.
Estoy ante una cadena que no les chirría. La asunción del estrato…
Por suerte caí en Mejicanos (donde por cierto hace una semana o así las maras quemaron un autobús y a la gente que iba allí, con el saldo de un autobús menos, 20 cadáveres aproximadamente, y un puñado de hijos de puta para la historia), porque si caigo en esos centros comerciales que me recordaron no a Guada, no a Madrid, sino a Alemania… habría salido por patas gritando algo parecido a esto: “¡Buscaba miseria y no Lacoste, y Plasmas y mierdas caras!”.
Es verdad que Mejicanos está a la altura de un proyecto de cooperante, y que está bien conocer el contraste, sentirlo en los poros como la realidad que circunda y atraviesa 2/3 partes del continente, pero tengo que reflejar que esperaba “más desolación económica”.
Vi el España-Paraguay en primera línea de sillas frente a una enorme TV plana en un Macro-centro-comercial que me desubicaba del tercer mundo hasta escupirme de todos los conceptos preconcebidos de “negritos sin nada que masticar”.
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Una vez más: la globalización es lo que hay, y no estaría mal si no fuera lo que es (más aún en estos países); una cáscara frágil de economicidad que cuando se rasca muestra una capa enorme de pobres y semipobres, que sostienen a otra pequeñita de ricos y asquerosamente ricos. Es decir, la hipérbole de la estructura de la distribución de la riqueza.
Hablemos de Coralia. Me daba que iba a ser madre, es decir, monja, y que por supuesto puritana y sosa, y me encuentro con una mujer moderna, de corte europea, y quizá… Hasta ahora ni el país, ni el recurrente contraste, ni hostias, la mayor sorpresa por el momento es el carácter de su amiga Ana María…
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