Si mis cálculos son correctos, me quedan unos 55 años de vida, no está mal. Más si tenemos en cuenta que hoy pensé un epitafio que me caudró: Hice de mi vida una broma de buen gusto. No quiero aquí ni ahora analizarlo, pero sí diré que aún me queda mucho por andar para convertirlo en realidad.