El dolor enseña más que el placer, y el error más que el acierto. Así de lo que se trata es de querer aprender. Con todo, hay que cuidarse de los detalles pues que enseñen más no quiere decir que necesariamente lo hagan mejor. Si se consigue que al menos la mayor de las veces cantidad y calidad vayan de la mano, tendrás el consuelo de poder decir que cierta sabiduría no te falta.