No tenía intención de sembrar más dudas de las necesarias, por lo que antes de cerrar la puerta, volvió a cerciorarse de que todo estaba en orden; la cama hecha, los platos lavados, el suelo barrido, la ropa bien doblada… Su madre al menos no podría decir que era un abanto. Cerró la puerta y echó la llave. No se pudo quitar la incertidumbre de si regresaría alguna vez.