Tras el lloriqueo de mi amigo por la ruptura con su pareja, no pude callarme:
-Qué quieres que te diga, solo conozco dos palabras fijas e inmutables; una es «muerto», y la otra, la paradójica «cambio».
Aquella noche mi perogrullada no sirvió de mucho, y algo mejor nos fue con el alcohol.