Venas y Cine
A propósito de Llewyn Davis
La venus de las pieles
Un lugar en el mundo
La gran belleza
Enter the Void
La noche de la iguana
The Act of Killing
The Trotsky
Está claro que exagero y, del mismo modo, me importa un bledo, pero estoy enamorado del cine canadiense.
No quiero ser serio en ningún momento más que nada por humildad y desconocimiento, pero lo cierto es que, ¿cuántos títulos canadienses he podido ver? Digamos que cinco o seis de los cuales tres me han dejado una sonrisa enorme o un poso profundo; «Jesucristo Cazavampiros»; «Leolo», y «The Trotsky». La última acaba de terminar para mis pupilas, y vaya si me ha gustado, tanto que me ha producido el poso y la sonrisa.
Ni siquiera la recomiendo especialmente porque en muchos sentidos, está hecha para mí; es como esa maravilla de libros en las que el autor parece que se centra en un lector único y te hace sentir especial. A veces incluso en la película, hasta molesta «que me haya robado» un par de ideas, pero en definitiva vuelvo a sonreír y el asunto se pasa. Revolución, historia, peculiaridad canadiense (comparen si no el actuar de los policías con el típico cine estadounidense), y humor, si a alguien que lea esto le interesa alguno de esos puntos, probablemente pasará un buen rato.
Stoker
Stoker (2013) de Park Chan-wook
Resuena aún el final de su banda sonora cuando comienzo a escribir, y reconozco que eso me deleita en parte. Acabo de asistir a una gran película capaz de sorprenderme, y de gustarme por romper los esquemas que previamente iba trazando y que poco a poco se quiebran, pero como debe hacerse, sin grandes giros de guión inverosímiles, sino con audacia, y al caso, hasta a base de simbolismo.
Versión moderna de una Lolita oscura, va más allá. Hacía tiempo que no veía una película tan valiente, y para los tiempos que corren (se estrenó este mismo año), estamos ante algo digno de mención. Decir que inquieta, que desprende sensualidad donde lo mórbido y lo sexual se entremezclan con maestría, o que las actuaciones son de sobresaliente, es mera perogrullada.
Puedo terminar una vez más contento de decirlo: ¡Véanla y dejen de leerme, lo agradecerán!