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Él tenía un día de mierda, de esos de tierra trágame, de señor llévame pronto. Y entonces apareció Ella, de negro, cadavérica, con guadaña y todo. Y claro, él cambio de gesto, que si no había prisa, que si vuelva usted mañana, que si no era para tanto… Al final Ella se marchó sonriente y él aprendió a apreciar el brillo del filo de las cosas.

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