Nuevas rutas

En apenas 72 horas mis pies pisarán tierra firme en otro continente, y poniéndome pedante tan bien como yo sé hacerlo, puedo decir que espero hollar nuevas conquistas vitales.

El Salvador como destino de un proyecto que me niego a pronosticar para no caer en ningún tipo de decepción, depare lo que depare, ya no queda mucho para descubrirlo. ¡Allá que nos vamos neuras y virtudes!

Un mal día… que ya pasó

Últimamente, donde «últimamente» significa en el aproximadamente último año, estoy formando parte de clubes que no molan mucho. Primero fue el de «larga relación fracasada», y ayer entré a formar parte del de aquellos que pueden presumir de haberse pegado una castaña con el coche.
Mi pobre Ford Mondeo acabó para la chatarra, yo, al margen del cabreo, salí sin un rasguño, sin una contusión, sin nada más que lamentar el palmar unos cuantos miles de euros. Dinero siempre sucio, nada más.
Un mal día a relativizar cuando la grúa te pasea por delante de un accidente bastante más grave que provocó el mío. Un mal día que me deja sin muchas cosas y me presenta otras nuevas, lo que me lleva a mi siguiente entrada, mucho más interesante…

SIEMPRE OS NECESITARÉ

Las bibliotecas son las mayores cajas de sorpresas que existen, uno puede perderse entre sus hileras de estantes repletas de libros sin saber qué maravilla le espera a la vuelta de la esquina, y por si fuera poco, la maravilla le sale gratis.
Amo los libros, y lo hago porque casi todos los que caen entre mis manos me enamoran. Por supuesto juego con trampas, faltaría más, éstas consisten en guiarme casi siempre por un brújula. Es verdad que en ocasiones me dejo llevar, pero siempre hay tendencia por unas líneas que he forjado saludablemente con los años: que sean clásicos, que rebosen imaginación, que tengan buena crítica, que sus temas me atrapen.
Es de este modo, con una mezcla de aventura y criterio, como llegué a «Ya no te necesito», una colección de relatos de Arthur Miller. Buscaba alguna obra teatral suya y consagrada, pero mi cabeza olvidadiza y desastrosa decidió borrar el detalle de que las obras de teatro se clasifican en estantes aparte de las obras de novela, y de esta manera sólo encontré dicha colección. Y puesto que me encantan los relatos y aunque un poco indignado con la biblioteca por no tener «La muerte de un viajante» o «Las brujas de Salem», me llevé el libro.
Si me preguntaran, «¿por qué te gusta leer?», podría contestar con cientos de argumentos (ya sería alguno menos fantasma) hasta aburrir al personal, que si un libro me hace vivir otras vidas, que si te cultiva, que si te hace crecer, que si te hace estar sólo y rodeado al mismo tiempo, que si…, pero quizá bastaría con decir, me gusta leer porque me dibuja una sonrisa de idiota en la cara que me embarga de felicidad.
Es cierto que a veces los libros asustan, o indignan, o te dejan perplejo, pero siempre me hacen más feliz. Y aunque como indiqué me enamoro de ellos con facilidad, «Ya no te necesito», quizá por su gran carga de sorpresa al recaer en mis manos, me ha hecho tan feliz que tenía que agradecérselo hablando de él, o más bien escribiendo esto.
Diré que no llego a los 30 y que de media los relatos que se encuentran allí me sacan unos 50 años, pero la buena literatura siempre actualiza, y es así como he vivido en la piel de los personajes de Miller y respirado sus intereses y problemas, tan cercanos a mí a pesar de las distancias temporales, espaciales, culturales, y tan lejanos a mi mundo, que es normal que reconozca sin esfuerzo mi anacronía crónica, mi incapacidad para plantar los dos pies en este país tan idiota como el resto, mi facilidad para perderme en lugares ajenos y olvidarme de los propios.
Sí, vivo en las nubes, en las nubes que forjan la literatura, y lo que más siento a menudo es tener que bajar de ellas. Hoy bajé de las nubes de Miller, gracias, mañana ya estaré volando en las de Buero Vallejo. Así es y así debe ser, mi sonrisa estúpida marca el rumbo de mi dicha inadaptada al tiempo. La palabra escrita me da sentido a casi todo lo demás, es difícil estar más agradecido.

Un amigo muy inspirado me iluminó hace unas horas remendando no sólo a Dios, sino también al subtítulo de este blog, con esta frase genial. “Los caminos de la noche son inescrutables”. Por ello sin duda merece la pena recorrerla hasta el fin.

Buenos Tiempos

Debo gritarlo al mundo, aunque el mundo que hay tras este blog sea tan exiguo ¡»Sueños Rotos» está a punto de ver la luz!

Al final no fue un relato largo sino una novela corta. Es increíble pensar lo que iba a ser, y ver en lo que se ha convertido, por qué no decirlo, estoy orgulloso de mí mismo. La sensación es tan agradable. No se escribe por nada, se escribe por necesidad, pero también por orgullo. Esta sensación que me atraviesa me hace tanto bien que me da miedo que se acabe. En unos días hay que volver a empezar todo de nuevo. A buscar nuevas ideas, a crear nuevos personajes, nuevas situaciones… Tanto trabajo que asusta. Pero más asusta abandonar, no ser creativo, conformarse.

Cabagalta de Reyes

La fiebre atenaza mi salud, la tos mi humor, los mocos la alegría. Es difícil que se junten tantas circunstancias como para arruinar un cinco y un seis de enero: el estar enfermo, lejos de la familia, lejos de los amigos, lejos de aquella a quien amé. La salud mental comienza por la física, y si ésta falla, es difícil mantener la primera, más cuando vivo en un frágil equilibrio por el que depende del día el estar bien o regular. Ahora toca estar nostálgico y en resumidas cuentas no demasiado bien. Ahora es cuando las horas deben comerse al tiempo para que pueda recuperarme cuanto antes. Quizá entonces empiece el año con los bríos que hasta ahora me han faltado. Quizá entonces los proyectos vuelvan a definirse, quizá entonces me de alguna alegría, o quizá entonces me llegue alguna buena noticia. De todo ello, lo último es lo que menos espero, por lo menos en lo tocante al trabajo, y si no hay ascenso, entonces hay vueltas: cuánto tiempo por Aranjuez, cuándo empezaré a buscar por Madrid, cuándo sacrificaré la comodidad por el lugar.

Preguntas que nadie más que el tiempo responderá, y probablemente sin satisfacción. Ah, problemas que empiezan por mellar la salud y acaban con todo el edificio de mi psique. Ah, toca esperar mejores tiempos, y mejor salud. Qué remedio. Yo, fiebre, te conmino a que huyas, y lo mismo para vosotros, viscosos inmundos, y agarrada tos.

Supongo que consignar esta fecha me servirá para comparar con el próximo año, ¿qué será de mí de aquí a 365 días? La vida da tantas vueltas, que cualquier cosa es posible, pero yo no espero cualquier cosa, yo quiero algo mejor, yo quiero equilibrio, capacidad de esfuerzo, y felicidad en formas que quizá no haya experimentado hasta ahora. Pero aquí nadie garantiza nada, y mucho menos el ir a mejor. Así que, pidamos simplemente capacidad para resistir.

Un resumen para un año

Toda historia tiene cien tonos, cien posibilidades de ser contada, cien lados poliédricos. Un año es muchas historias. Un año es lo que quiero resumir aquí con cuatro trazos mal dispuestos, podrían ser cien, podría sumarlos y quizá me acercara más a la verdad desnuda, pero vestida o desnuda, la verdad no es gran cosa, apenas si es un estado de ánimo. Y el mío, quiere ser el que sigue.

2009 es una añada intensa, llena de matices y de fuerza bruta, los cambios se han sucedido en 12 meses con una fuerza poco común, y eso que en mis últimos años, cambio es lo que ha habido.

Vayamos a un resumen grosso modo: los seis primeros meses fueron de una felicidad casi plena, en lo personal fue inmejorable, y en lo laboral, en lo laboral se puede decir que resistí a la Academia de Colonia, y al final hasta me adapté. Julio fue el mes de la duda corroyéndome por dentro, y la respuesta que di fue la de que tenía que desprenderme de ella, no de la duda, sino de Ella. Agosto fue el mes en el que no sólo no me atreví, sino que me di cuenta de mi locura. Aposté fuerte por Ella. Los dos siguientes meses se llamaron derrota, mi apuesta fue a caballo perdedor, fueron los del derrumbe y la ruina de la relación. Además fue la búsqueda desesperada de un trabajo en una España en paro –al menos esto lo encontré. Octubre tuvo la secuencia final, el adiós a nueve años, y lo que fue todavía peor, la vorágine que me llevó a un laberinto del que todavía trato de salir, cada día, cada hora, casi cada minuto. Pero noviembre y diciembre han sido los meses en los que aprendí que entre suspiro y suspiro, toca disfrutar, y soñar, y por supuesto, escribir.

Este año fueron muchas cosas, quedará con perspectiva como el año en que lo dejamos, pero también como el año en que escribí mis primeras buenas historias, o al menos eso espero. Escribir es ya una necesidad que necesita ser saciada con regularidad, y espero que en el 2010 sea el primero en el que esa necesidad necesite ser saciada cada día, casi cada hora.

Has sido una añada agridulce año 2009, has sabido como sabe la vida, contradictoria. Brindo por ello. También por el dolor que abre el mundo hacia nuevos caminos. Ahora cada esquina sabe a posibilidad. Brindo por ello. Ahora el pasado huele a nostalgia. Brindo por ello. Ahora el presente ya no es paraíso, pero tampoco el mismo infierno. Brindo por ello.

4:19

Es difícil encontrar algo más melancólico que una lluvia suave en una noche cualquiera. El lento crujir de las gotas de agua al chocar contra las ventanas incita a llorar. Las lágrimas quizá no caigan, pero seguro que lo harán los recuerdos. ¡Váyanse a dormir si pueden, huyan de ellos!

Si no es posible, si permanecen atados a esa melancolía por la causa que fuere, confiemos en que la suavidad se convierta en dura tormenta, y quizá así, el sabor a fracaso, se transforme en recuerdos de fervientes pasiones en los que nos sentimos más vivos de lo que se habrá sentido nunca nuestro verdugo.

Esta noche no estoy de suerte, las horas marchan acompasadas por un lento peregrinar de lágrimas de lluvia.

Retazos más o menos coherentes

Apenas soy un puñado de experiencias y unas cuantas lecturas, el camino está claro, siempre aumentar ambas.

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Pulir mis defectos, saciar obsesiones y a volar.
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Encadenar palabras, cuantas más se escriben más se necesitan. Debo acabar con el bache creativo a base de ellas, es el único camino.
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Herido no roto

Ahora que parecen clausurados definitivamente ocho años largos de relación, puedo decir sin ánimo de error, que la etapa más feliz de mi vida ha claudicado. No pasa nada, ahora es el turno de la etapa más interesante.

Estaría bien ir de nueve en nueve, así que apostemos ahora por las emociones más intensas que quepa imaginar, llevará tiempo, pero quiero al corazón fuera del pecho, al alma besando las nubes, a las manos acariciando las musas, y a los pies corriendo por el fuego. Ya digo adiós al cariño tranquilo, al amor pausado, al sexo sereno. Hola a la incertidumbre, al yugo quebrado, a la lengua bífida. Soy mi carácter, mi carácter es tan lábil, que seré un océano de posibilidades moldeado por el tiempo.

Cuando mire atrás, de aquí a otro ciclo, quiero una sonrisa de asunción, puedo querer descansar o seguir, puedo querer cambiar de rumbo o no, pero lo que no puedo querer, lo que tengo que querer, es decir, es pensar, es sentir, sí, he cumplido, pues he vivido la etapa más interesante de mi vida. Y seguir adelante.
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Aunque me costará tanto superar lo que he tenido…